GRAFFITIS
En los 80 fui uno de los primeros grafiteros de Madrid y modestias fuera, de los más originales. Todavía se recuerdan los centenares de hormigas que infestaron la capital, por paredes, suelos, techos, monumentos como el de la constitución en los jardines del Museo de Ciencias Naturales.
Todavía resiste el peso de esos casi cuarenta años una hormiga, a la vuelta de lo que fue la mítica Bobia, la única superviviente que yo sepa de un batallón de más de 100 hormigas soldado que tomaron el muro de la BOBIA.
También hacía publicidad de VIPERA, con su anagrama, una serpiente con la boca abierta sacando su bífida lengua.