RETRATOS EN EL METRO
Comencé con un lápicero primero, luego pasé a la tinta china y a veces a acuarela con un pincel japonés con agua.
Cuando asistía a las clases de Ilustración Artística, 1982-3, solía hacer apuntes de personas en los transportes públicos, metro y autobús. Más tarde solo hacía retratos y apuntes de personas cuando viajaba, sobre los libros y cuadernos que acarreé por las diferentes partes del globo.
En el 2017 comienzo de nuevo sistemáticamente a realizar retratos en el metro madrileño. Muchos han de quedar incompletos ya que muchos de los retratados salían en la siguiente estación. Por eso son de factura rápida, da igual si un ojo está más grande que otro, lo que me importa es plasmar el alma, el carácter de las personas.
Me alegra saber que voy a viajar en metro para retratar personas con las que muchas veces con ellos u otros viajeros cercanos y anónimos establecemos un vínculo comunicativo que agradecemos.
Con lo que más disfruto es cuando retrato a alguien que está anímicamente mal, depresivo, entonces las pinceladas procuran no reflejar ese abatimiento sin dejar de mostrar el reflejo de su alma. Finalizo el retrato, me acerco para mostrarlo, a veces es solo estirar la mano y arranco una sonrisa de felicidad de la persona; es mutuo, me hace también feliz a mí.
La mayor parte de las personas en cuanto las miro por muy concentradas que estén en sus pantallas saben que son observadas y alguna, muy pocas se molestan. Si creo que les va a gustar el resultado sigo dibujando, si no va a ser así, paro y elijo a otra persona, a veces se ofrecen voluntari@s.
En algunas ocasiones les ilusiona tanto el retrato que lo arranco del cuaderno y se lo regalo. Estas acciones producen gran felicidad.